viernes, 28 de octubre de 2011

Historias del verano.


Hace frío. El mes de octubre es un mes raro. Triste. Ya lo dije en algún otro post. Se va definitivamente todo lo bueno del verano, a veces hasta el sol, y aunque éste no se marche, se respira un algo diferente, no está presente la alegría del verano. Es una sensación que me parece ver flotar en el ambiente. Quizá solo la veo yo, no sé.
El mes de octubre es el que menos me gusta del año. Me trae sensaciones negativas que no logro identificar con claridad. No me ha pasado nada malo nunca en este mes, al menos que recuerde, pero algo hay. Esta tarde al volver a casa he tenido una de esas sensaciones negativas que me trae este mes y me ha dado un mal rollo que ni sé.
Cuando he entrado en casa he pensado en como podía eliminar esa sensación y se me ha ocurrido que podía imaginarme en la tumbona del hotel donde cada verano disfruto de las vacaciones. Siempre el mismo hotel, y casi siempre la misma tumbona(si tengo que montar bronca por esa tumbona,la monto.Es broma). He cerrado los ojos y he empezado a visualizar lo que veo desde esa tumbona: la piscina infantil (vacía, sino no hay relax posible), las palmeras al otro lado , un puentecito de madera muy jamaicano, y el mar al fondo, tranquilo, siempre tranquilo, ¡que gusto! De pronto , y sonando como un rayajo de la aguja de un tocadiscos en un vinilo me ha aparecido la imagen de una mujer con la que coincidí hace dos veranos.¡Dios mío!,¿Qué pinta esta señora en mi visualización?
La llamábamos la champi. Evidentemente porque era como un champiñón, siempre bajaba a la piscina requete peinada de peluquería, por supuesto no se lo mojaba nunca, sólo se metía en el agua hasta los tobillos, y llevaba bañadores de esos bajos que te hacen la pierna corta, porque lo que debe ir encima de la ingle, y cuanto más encima mejor, le quedaba prácticamente en la rodilla. Siempre bañadores tipo papel de empapelar en los años 70.
Esta señora tendría mis años, y a mi que no me llamen señora, sólo se lo perdono a los niños que me piden la hora (rima y todo).
Bajaba, se tumbaba a la sombra con un pamelón a lo Joan Collins y se ponía a leer. Lo que más me llamaba la atención a parte del casquete enlacado que llevaba en la cabeza era su marido. Un Paul Newman de metro noventa, os lo juro. Yo no dejaba de preguntarme por aquella extraña pareja. Mira que nos dieron juego esas vacaciones.
El se pasaba la mañana en el agua jugando con sus dos hijos que no tuvieron la suerte de parecerse a él. En mis días bondadosos pensaba que aquella mujer era inteligente, encantadora y buena, con gran sentido del humor y que él lo pasaría en grande con ella. En mis días malvados la hacía una rica heredera, forrada hasta las trancas y sólo podía ver en aquella razón el motivo por el que Paul Newman estaba con ella.
A mi aquella mujer me entretenía sobremanera. Lo malo es que soy tremendamente descarada, así que tengo que llevar gafas de sol muy oscuras especiales espionaje. Y basta que alguien me diga , "no mires, lleva puesto un turbante blanco", y hala, mi cabeza gira 360 grados a cámara lenta. Cada día la observaba y pensaba en lo mucho que me habría gustado cortarle el pelo, cambiarle la ropa, ponerle un bikini en condiciones...
Una noche en la cena la vi pasar. Yo no llevaba mis gafas de sol así que no pude mirarla mucho. Después fuimos a tomar una copa y allí estaba de nuevo así que me coloque estratégicamente para descubrir su atuendo nocturno .
Por fin descubrí en aquella mujer algo que merecía realmente la pena, quizá en el fondo no tuviera tan mal gusto, al fin y al cabo tenía un marido muy guapo, quizás no estaba todo perdido : ¡Llevaba unas sandalias como las mías! ( y aclaro que no son las de la foto ¡Por Dios!)

Al principio me disgusté, no podía ser que yo tuviera el mismo gusto que esa mujer . Después de reflexionar un ratillo me di cuenta que quizá no fuera yo la del mal gusto sino que había una atisbo de esperanza para ella.
Este verano deseaba con todas mis ganas que estuviera allí, pero no, no pudo ser. A cambio, me encontré una señora de unos 70 años sino más , con otras sandalias que también tengo yo ( no las mismas de la champi , otras diferentes) y sí , si os lo estáis preguntando, empecé a considerar que tengo un problemilla con el gusto de mi calzado.

9 comentarios:

  1. Si solo es con el calzado, no le des más importancia. Tampoco hay tanto para elegir... o sí¿?

    Un saludo.

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  2. Ummm eso me hace pensar si tu marido se parece tambien a Paul Newman...

    Yo por mi parte y con mi escasez de vacaciones me dedico a inventarme la vida de mis compañeros de edificio, que no se ponen sandalias de las mías, pero horteras como la mujer de tu relato... a pares.

    Buen finde.

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  3. Que observadora eres.
    Yo voy por los sitios y no me fijo ni en mí.

    Besos.

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  4. jajajajaja ¡tremenda conclusión!

    Lo mejor de observar a la gente es inventarse historias. Un día, acabamos de guionistas en cualquier comedia. Ya verás xD


    besos

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  5. Cris hay que ver lo que da de sí ocultarse tras unas gafas espionaje,yo pocas veces me entero de lo que pasa a mi alrededor, empezaré a fijarme más, me va a venir bien para mi maltrecha inspiración de los últimos tiempos.
    Estoy de acuerdo con lo que dices de octubre, es nefasto y este año lo ha sido mucho más. A ver si las brujas y fantasmas se llevan el mal rollo.

    Besos

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  6. jajajaj yo también soy de los que me oculto bajo las gafas de sol!! que cotillas!! Lo peor son los dias nublados..... alguna "pillada" me han hecho!! jajaja

    Un beso!!

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  7. Me ha divertido mucho, en especial esa caberza girando muuuuuy lentameeenteee para disimular ;PP

    Un saludo :)

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  8. Observar de tapadillo a un desconocido e imaginarnos cual puede ser su historia. Quien puede resistirse a ese pasatiempo. La sorpresa es que cuando tras encasillarle en el papel que hemos decidido asignarle. Resulta que descubrimos algo que se nos sale del guión fastidiándonos la película.

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  9. ¡¡¡Venga, ahora confiesa!!! las sandalias sí eran las de la foto pero a última hora te faltó valor para publicarlo... XD.

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