miércoles, 11 de abril de 2012

El sueño de una noche de ve..ventolín.

Llevo desde Octubre sin dormir de un tirón, que se dice pronto pero hay que ver lo que pesa eso. Y muchos os preguntareis como he sobrevivido a semejante tortura. Fácil. LLevo 8 años de duro entrenamiento, concretamente desde el momento en que decidí probar eso de la maternidad ( a ver quien es el listo que me dice que no he leído el "Duérmete niño", que ya me gustaría ver a ese Estivill en mi casa). Así que si alguien está en estado de buena esperanza y quiere entrenarse un poquito puede llevarse a mis hijas una semana. Luego todo le parecerá Jauja .
Este año concretamente le ha tocado a la pequeña. La pobre, por aquello de variar un poco, decidió coger un catarro de vías bajas. Ella es más de altas, oídos y las velas en la nariz. Este año probó la otra variante, tos perruna con estado acusado durante la noche.
Hoy a las dos de la madrugada comenzó la serenata. Me levanté a ponerle el famoso ventolín, que se ha convertido en el nuevo mandamiento de mi casa, " no saldrás nunca de casa sin ventolín, no sea que le de a tu hija un ataque de tos a la puerta del cole y vomite el desayuno". Entonces llega la profesora y te dice que te la lleves a casa que hay peligro de contagio, y a ver qué haces toda la mañana con la criatura. El otro mandamiento es ese que nos enseñaban de pequeños " No saldrás nunca de casa con las bragas sucias, no sea que te atropelle un coche y llegues al hospital con cuatro costillas rotas, fractura de cráneo y palominos en las braguitas, ni hablar". Me disperso.

El caso es que no se le pasó la tos con la droga esa que le enchufamos y me levanté de nuevo a darle agua. Nada. Media hora después me veis en la cocina cortando cebolla, que dicen que calma las vías respiratorias, descalza y llorando a lágrima viva. Con este panorama es imposible después conciliar el sueño, que te metes en la cama con los pies congelados, los ojos como que tienes conjuntivitis y la mente tan activa que se pone por su cuenta a escribir un post. Concretamente este. Que digo yo que tanto genio de la literatura atiborrándose a drogas y alcohol y bastaba con no dormir. La de dinero que habrían ahorrado.

¿Y qué hace una madre en estas circunstancias por la mañana al levantarse? Pues a parte de poner el piloto automático porque no es persona, lleva a su criatura al médico por sexagésima vez este año, que me da hasta vergüenza. Y allí está ella, la doctora, a la que explico otra vez la misma canción, pero ahora le cuento que necesito dormir, casi se lo suplico, que mi hija necesita dormir, que los vecinos necesitan dormir, que se la va a llevar a su casa si no me da un remedio ya. Y entonces me doy cuenta de que he estado haciendo el tonto todos estos años de mi vida. Y veo la luz, ¿Pero cómo no estudie medicina? Creo que habría sacado una matricula de honor del tamaño de una catedral porque sólo tienes que saber dos cosas:
A. Es un virus.
B. Es que no llueve.

Conclusiones de este post, que luego digo que no os enseño nada pero hay que ver que dos lecciones magistrales obtenéis de esta lectura. Para ahorraros tiempo y tinta de rotulador fosforescente, os resumo:
Punto uno : Si estáis a tiempo, usad siempre preservativo. SIEMPRE.
Punto dos : Vosotros también podéis ser médicos. Y desde ya. Yo voy a poner un consultorio telefónico.


Pues nada, a seguir con tos y sin dormir. Y con unas ojeras que ya no arregla ni Dior.

jueves, 5 de abril de 2012

La casa sin barrer.

Si estuviera una tarde de domingo en casa con las camas sin hacer, la cocina sin recoger, tumbada en el sofá con las hojas del periódico rodeándome por todas partes, en pijama, despeinada, y de repente llamaran al timbre, y me llevara la grata sorpresa de que es..., pues qué sé yo, alguien conocido pero de no mucha confianza, un, dos, tres responda otra vez: el profesor de mi hija, la vecina de en frente, un hombre estilo Lobezno(Hugh Jackman) vendiendo enciclopedias...Podría seguir hasta casi el infinito pero sería un rollazo de post. Nos quedamos con esos ejemplos. Bueno, el caso es que me moriría de vergüenza. En realidad pasaría vergüenza hasta con mi madre, que encima me daría una colleja y me llevaría al psicólogo por miedo a que tuviera una depresión o algo así ( y no por estar la casa en semejante estado sino por encontrarme sin arreglar, que ordenada no, pero presumida un rato) .
O esa otra situación idílica en la que tu jefe te pide por favor que le acerques a casa porque se le ha rato el coche, y por supuesto que no te niegas, faltaría más, aunque viva en la otra punta. Pero al llegar al coche ves los restos de una bolsa de gusanitos desparramados por el asiento, el chupachups chupadito y bien pegado en la alfombrilla, la mitad del bocadillo de nocilla del día anterior, porque en un coche donde viajan niños todo son restos, y mitades, y cosas mordidas, y entonces antes de que entre tu jefe le das un manotazo a todo a ver si hay suerte y no lo ve, pero el bocadillo va a parar a sus zapatos impecables. Y sonríes, porque la vergüenza es tal que poco se puede hacer ya.

Bueno, pues con estos modelos tan gráficos creo que se puede entender muy bien lo que he sentido cuando después de un mes entro en mi blog, que se dice pronto, que no entro ni en el mío propio, y me encuentro con que no sólo las visitas han crecido, sino que encima tengo tres maravillosos seguidores más. Así que antes de nada, gracias por entrar a ver un blog que se actualiza con la misma frecuencia con la que nos visita el cometa Halley, gracias a los que os quedáis, que aquí no se invita a café, ni a cenar, ni a nada comestible, sólo a pasar un rato que espero sea lo más ameno posible, gracias a los que comentáis, que sois como la coca cola y le dais a esto la chispa de la vida y gracias a los que estáis esperando que escriba las chorradas que escribo, que yo sé que esos que esperan, es porque me quieren, pero a veces me pregunto ¿No tendrán otra cosa mejor que hacer? ¿De verdad?
Pues a todos deciros que anima mucho eso de ver que al otro lado de la pantalla hay personas que con sus vidas, sus trabajos, sus familias, sus problemas y sus relojes apretados, sacan un cachito en su día para dedicar a personas que no conocen de nada, y dan parte de su más valioso tesoro, el tiempo, a leer cuatro líneas que no son ni de historia, ni de política, ni de cine..., ni de nada, vamos , que no aportan grandes conocimientos, y aún así, por ese misterioso encanto de la raza humana, ahí están.
Me despido ya hasta dentro de 75 años. Bueno, intentaré venir antes, pero no prometo nada.

lunes, 5 de marzo de 2012

Madrid y yo. Final, creo.

Cuando llegué a Madrid, a pesar de ser la última ciudad en la que me habría gustado vivir,
vine más feliz que una perdiz. No venía directamente de Dondesiemprevuelvo, había vivido dos años en otra ciudad que estaba demasiado lejos de la familia y venir a Madrid me daba la posibilidad de ver a los míos cuando quería y no cuando podía. A pesar de eso, la alegría de venir no me quitó el miedo, sólo lo hacía más llevadero. Madrid seguía siendo ¡LA CAPITAL! llena de calles desconocidas, muchas muchas calles, atracadores en cada esquina, personas que me mirarían por la calle al notar que era más paleta que ellos, en fin, cosas...
Los primeros diez días transcurrieron en un hotel al lado de la estación de Chamartín, y esto fue lo primero con lo que flipé, de verdad, ahora me da la risa pero cuando yo vi en esa estación veintinosecuantos andenes, una estación que parecía un centro comercial, llena de tiendas, con juguetería, farmacia, una tienda de armas...¿Que carajo hace una tienda de armas en una estación de tren?, bueno, literalmente aluciné. La estación de tren de Dondesiemprevuelvo tiene dos andenes, uno para los que viven en la acera de la derecha y otro para los de la acera de la izquierda, es broma claro, tenemos más de dos aceras, que me van a declarar persona no grata, pero lo de los andenes es verdad, es difícil coger el tren equivocado. En Chamartín ratifiqué la idea de lo listos que eran los madrileños ¿Como es posible llegar al destino?, primero sacar el billete, que yo estaba acostumbrada a dos ventanillas, y una siempre estaba desayunando, y aquí resulta que hay que sacar turno, como en las carnicerías de postín, porque hay como 10 ventanillas, que si salida inmediata, que si compra por internet, que si sales mañana pero recoges hoy, que si recoge tu tía pero lo encargaste tú, en fin, que sólo sacar el billete parece un mundo.
La primera salida a la ciudad, a la calle, el bis a bis con el asfalto, fue sólo un tanteo, por ver qué pasaba. Resulta que la gente tiene tendencia siempre a contar lo negativo de las cosas y una persona que conocía y que había vivido en Madrid, en vez de contarme sus maravillas me dijo que a ella le habían atracado tres veces, así, para animar.
Pues ahí que iba yo, asomando la cabeza antes de doblar cada esquina por lo que pudiera pasar, y ¿ Qué fue lo primero que vi a las diez de la mañana un lunes nada más salir del hotel?
Una reproducción en vivo y en directo de Diario de un Skin. ¡Y yo sólo los había visto en la TV! que aquí te das cuenta de lo útil que es la TV, que si no lo mismo me da por preguntarles por la parada de metro, pero la caja tonta enseña cosas útiles que te sirven para la vida.
Bueno, cuando ya vi que la gente de a pie era normal, no robaba, ni atracaba, ni me miraban de forma extraña, me aventuré a coger el metro. Cuidadín, ¿Yo sola iba a entrar en ese laberinto diabólico y oscuro para ir a salir en las Barranquillas? ¡Vamos, ni por asomo! así que llamé a una amiga, una que sabía que no se reiría de mi, al menos no en mi cara, una de las buenas, A., y le dije, ¡Porfi, porfi, vamos a hacer una ruta turística por el metro madrileño, anda, que tengo miedo a perderme! Y la pobrecita, que seguro que se echó unas risas luego en casa con su churri, me acompañó pacientemente y me explicó como si de un museo se tratara "aquí a nuestra derecha la linea 5, fijate en los detalles, anden uno y anden dos, busca tu destino, y elige el anden"
¡Anda! ¿pero era así de fácil? Hay que ver estos madrileños lo listos que son y lo que te simplifican la vida. Y conociendo el metro se te abre un nuevo mundo, el subterráneo, que te da un sin fin de posibilidades.
Lo siguiente en la capital es calcular un poquito el tiempo. En Dondesiemprevuelvo quedas a las 12 y si sales a menos cuarto te da tiempo a hacer marcha rápida, volver a casa, ducharte y salir de nuevo para estar a la hora. En Madrid si quedas a las 12 y sales a menos cuarto es mejor que hayas quedado en el portal de tu casa porque sino no llegas ni de coña. Cuando ya había encontrado un pisito apañado y estaba con los líos del alta de gas, luz y esas cositas, quedé con el Sr. del gas en casa. Yo había salido por la mañana a hacer gestiones varias y cuando me di cuenta faltaba media hora para que ese Sr. llegara a mi casa. Imposible llegar a tiempo si no era en taxi. Otra aventura. Lo de levantar la mano y llamar un taxi era otra cosa que sólo había visto en la TV. y además yo creía que el taxi paraba porque lo mandaba el director. Como yo no era Meg Ryan ni Sandra Bullock ni se me pasó por la cabeza levantar el brazo.
En Dondesiemprevuelvo siempre me he preguntado quien montará en taxi. En una ciudad donde la distancia máxima entre dos puntos opuestos se recorre en 20 minutos este servicio queda destinado a emergencias de la tercera edad. Incluso aunque lo uses, no creo que nadie alce la mano para coger uno. Primero lo tendrían que encontrar circulando, asunto difícil, y segundo, la distancia entre donde estés tú y la parada de taxis más cercana puede ser de cinco minutos. Merece la pena caminar. Igual hago un día la prueba pero yo creo que si allí levanto la mano para hacer parar un taxi pensarían que estoy saludando. Al grano que me disperso.
Como yo nunca había tenido la necesidad de montar en taxi y esta era la primera vez y como no me atrevía a levantar la mano cual actriz hollywoodense, me dispuse a a buscar una parada. Aquí las estrellas de la osa menor se alinearon con la luna y Jupiter y en dos minutos tenía delante una. Resultó tener como 20 taxis en fila. Jolines, que indecisión, pues mira ya que me monto, me cojo el coche más molón que haya, y ni corta ni perezosa me monté en un Mercedes que estaba como en mitad de la fila.
Los taxistas estaban fuera, haciendo corrillo para pasar el rato y riéndose de la pardilla que terminaba de montar en el vehículo.
Yo en el asiento trasero tan feliz esperando que monte el conductor cuando se acerca un taxista y me dice: " Srta. que se tiene usted que montar en el primero de la fila".
Menudo corte que pasé. Claro, si es que en Madrid todo tiene su lógica, ¿que necesidad tiene el taxista de estar haciendo maniobras para sacar el coche cuando el primero no tiene obstáculos delante? ¡Pero que listos son, lo que voy a aprender aquí!

En estas aventuras me acompañaba Mimari, que también llevaba lo suyo el pobre, y aunque más espabilado que yo también cometió alguna paletada .
Resulta que un día tenía reunión en un edificio de la plaza de Colón. Para los que no conocéis Madrid, esta plaza es el cruce del Paseo de la Castellana con Goya y Genova. La Castellana tiene tres carriles de ida y otros tres de vuelta, y luego dos vías laterales con dos carriles cada una. En total diez carriles de circulación de coches que hay que atravesar para ir de una acera a la de en frente.
Mimari llega a la plaza por la parte de Goya y tiene que cruzar la Castellana para ir a la calle de en frente, Genova. ¿Pero entonces que pasa?¿Qué se les ha olvidado a estos tan listos de la capital? Nada menos que poner semáforos para los peatones.
Y Mimari, que no es de Bilbao pero lo parece, decide echar una carrerilla y cruzarse de lado a lado una carretera como dos autovías Madrid-Coruña. Si los de Madrid lo hacen, ¿Voy a ser menos yo?
Sí. Sobrevivió y lo contó al llegar a su destino, ¡Joerrrrrrrr, que aquí no ponéis semáforos o qué, que se tiene que jugar uno la vida!
Y los demás, imagino que partiéndose la caja, le dijeron que en Madrid son muy listos, y ponen unos túneles estupendos para peatones que cruzan por debajo de la Castellana de una acera a otra.
Y bueno, seguro que tengo muchas paletadas más pero estas son las que más recuérdo. Y otra cosa que también recuerdo de mis primeros días en la capital es que la gente me pareció muy amable, siempre dispuesta a ayudarte en lo que pudiera, o es que yo daba mucha pena , que también puede ser. De cualquier manera, Madrid es una ciudad acostumbrada a recibir gente, y eso se nota, y ahora que ya llevo años viviendo aquí, ya sé que son tan listos como en todas partes, tan guapos y elegantes como en el resto de las ciudades y que Madrid al final, es un puntito más en el mapa, donde hay de todo, como en botica.

viernes, 2 de marzo de 2012

Madrid y yo. Primera Parte.

Cuando eres de una ciudad pequeña como la mía y tienes 9 años, Madrid te parece como cinco veces Nueva YorK.
Cuando yo tenía esa edad, en Dondesiemprevuelvo no había piscina climatizada, bañarse en invierno en algún lugar que no fuera la bañera era para mi ciencia ficción. No había pizzerías, conocí ese menú viendo la película de ET. Vivíamos sin centros comerciales( no sé cómo pudimos sobrevivir) y solamente conocía los supermercados de barrio de ir a comprar y no a pasar la tarde. Ahora todo ha cambiado, mi ciudad ha crecido y ya tenemos un par de centros comerciales donde pasar el rato cuando llueve y llegó telepizza y la piscina climatizada aunque seguimos teniendo sólo dos cines, dos líneas de autobús, la A y la B y el encanto de las ciudades pequeñas, que seguro que es diferente según la persona que lo viva. En mi caso son la tranquilidad, y un reloj con el doble de horas que los que uso en Madrid.
De pequeña Madrid me parecía..., no sé lo que me parecía, ¡La leche! Primero conoces Madrid a través del monopoli, resulta que esas calles tan carísimas , Serrano, Goya, Castellana... son de Madrid, y tener un hotel o una casa en una de esas calles te garantiza la partida. Después empece a venir a menudo a Madrid, de visitas medicas por mi hermano el pupas.
Yo venía y la gente me parecía guapísima, elegante, la ciudad enorme, las casas preciosas, los coches eran súper coches y creía que las personas que iban por la calle eran tan listas que podían adivinar que yo era una paletilla que venía del pueblo. Paco Martinez Soria hizo mella en mi. Me marcó. Yo no me traía las gallinas debajo del brazo pero mi cara de alucine total me delataba y creía que todos me lo notaban. A mi la gente que vivía en Madrid me parecía que iba 10 años por delante, pensaba que si nosotros teníamos TV en color, ellos ya debían tener a los presentadores en el salón.
Con los años, y viviendo en una ciudad pequeña, la percepción de Madrid va cambiando.
Empiezas a pensar que los que viven en Madrid son unos chuletas, porque claro, tan guapos, elegantes y listos sólo puede dar lugar a una cosa, los chulapos y chulapas, ¡Y encima, hasta se dedican una fiesta!
A esto sumas que Madrid y Barcelona son las únicas ciudades que salen en el telediario y que en el telediario no cuentan nada bueno, y empiezas a tener un concepto diferente de la capital. Ahora asusta un poco. Es grande, muy grande, y tienes clasificada a la gente en dos grandes grupos, los guapos, listos y elegantes que recuerdas haber visto por la calle cuando eras pequeño y los malos que roban y te atracan que ves ahora por la televisión. Conclusión: ¡Mamá, yo no me iré a vivir a Madrid en la vida, antes muerta!
Y cuando uno dice algo como eso resulta que no se muere, pero se tiene que acordar toda la vida de haber dicho semejante tontería porque en Madrid que termina, entre chulapos y atracadores, suerte que de lo segundo aún no me he encontrado nada, sigo viéndolos sólo en el telediario.
Con ese concepto y viniendo de una ciudad pequeña, llegar a Madrid es como aterrizar en la jungla. Reconozco que Paco sigue en mi retina (Martinez Soria), angustiándome con muchas de sus aventuras en Madrid, pero la de la plaza Mayor llena de gente y Paquito llamando a Chencho, esa me marcó, y por supuesto que en mis primeros día en la capital yo tenía mucho de Paco, pero tambien de Chencho, perdida todo el día.
Y como este post se me alarga mucho, continuaré con lo que iba a contar en el siguiente, porque lo que yo venía a contar, que eran mis aventuras de paleta en Madrid, al final, no lo he contado. Tenía que poneros en antecedentes.

sábado, 18 de febrero de 2012

Criticar.


"Es gran virtud del hombre sereno oír todo lo que censuran contra él, para corregir lo que sea verdad y no alterarse por lo que sea mentira".
J. W. von Goethe.

Criticar es algo de lo más sencillo. Mucho más que alabar o decir a otro lo bueno que tiene. Es incluso mas fácil ver los defectos que no las virtudes , y somos muy dados a eso.
Dentro de la critica dicen que hay una constructiva y otra destructiva. A mi personalmente no me gusta que me hagan ninguna de las dos. Para empezar , cuando te hacen una critica tienen que conocerte bien, sino es así, en realidad lo que se está haciendo no es criticar sino prejuzgar. Para criticar el comportamiento de alguien hay que saber primero qué es lo que ha llevado a esa persona a actuar así, porque siempre hay condicionantes educacionales, genéticos, sociales, personales...y en cada persona esos componentes son diferentes. Si cuando se conocen todos esos factores, se critica la conducta de esa persona, ya hay unas razones de peso y entonces supuestamente puede surgir la critica constructiva, que debería criticar únicamente los actos, ya que estos se pueden modificar, o la destructiva, que atacan directamente a la persona y que claramente sólo tienen un objetivo: herir.
Tengo que decir que a mi, aún no gustándome ninguno de los dos tipos,( al fin y al cabo están diciéndote algo que no gusta de ti, o que consideran que no has hecho bien, y a cualquiera le encantaría hacer siempre todo bien y a gusto de todos) personalmente si una crítica me afecta no es por la critica en si, sino por la persona de donde procede.
Si una persona que no me importa demasiado me critica, generalmente me la trae al pairo. Si viene de una persona de mi entorno cercano la cosa cambia, ya pienso y reflexiono sobre lo que me está diciendo, y si es una persona a la que quiero mucho pues entonces generalmente me influye bastante, y valoro si es algo que debo cambiar( soy un poquito terca y lo valoro tomándome mi tiempo).
No todos somos iguales, ni reaccionamos igual ante las críticas. Hay personas a las que puede afectarles enormemente la crítica de una desconocido, que en ese caso solamente sería una opinión puesto que no te conoce de nada, pero aún así les puede influir sobremanera, y marcar su comportamiento y su conducta. Por eso no me gusta la crítica a lo tonto, la fácil.
Sin embargo tengo una pregunta, si yo hago una descripción de alguien, en la que introduzco valoraciones subjetivas, opiniones negativas sobre esa persona a la que no conozco demasiado, si es una descripción que hago yo para otros, no para esa persona en concreto, ¿Es eso criticar?¿Es prejuzgar?¿Es solamente describir subjetivamente, aún introduciendo elementos negativos?¿Sólo estoy opinando o estoy criticando?¿Me explico?
Menudo rollo estoy metiendo.
Y todo esto por un post que tengo escrito sobre alguien, un post que no termino de publicar porque me pregunto si estoy criticando o no( criticando malamente claro). He pensado en generalizar más y no focalizarlo en una persona concreta, que personas así hay muchas, he pensado que exagero, que tampoco estoy diciendo barbaridades de alguien que además es anónimo y ni si quiera podría identificarse, he pensado si todo el mundo se come tanto el tarro con sus post y se plantea si podrían herir, o no. Total, que ahí estoy con un quebradero de cabeza que ni sé, por algo que escribí en un calentón mental.

martes, 14 de febrero de 2012

Poderes. Segunda parte: invisibilidad.


Os hablé ya en otra ocasión de mis poderes y de lo poco útiles que resultarían en una película de los cuatro fantásticos o xmen. Ahora he descubierto que tengo uno más, quizás igual de inútil, está por ver.
No he visto película en la que un hombre invisible sea feliz. Siempre es un pobre desgraciado que se entera de cosas que preferiría no saber, ve a su novia dándosela con otro o utiliza su poder para hacer cosas ilegales que a mi no me sale hacer. Vamos, que no sé para qué quiero un poder así, que aunque a priori parece guay, no me sirve para nada.
Lo único que se me ha ocurrido es tocar las narices a mis vecinos, no a todos claro, sólo a unos que juegan los sábados hasta las dos de la mañana a no sé qué juego y durante éste tienen que adivinar canciones que cantan muy, muy alto. Al cantar muy, muy mal, se ríen mucho, mucho, y así se sucede hasta que alguien adivina la cancioncita de turno. Yo me imaginaba este sábado con mi nuevo poder de invisibilidad entrando en su casa y cantando en plan poltergeist, Miralaaaaaaaa, miralaaaaaaaa, la pueeeeertaaaaaa de Alcalaaaaaaaaaaa.
Pues quitando eso no tengo interés en hacer alguna otra cosa. También es verdad que no tengo demasiado tiempo para hacer cosillas malas porque el poder de invisibilidad me dura aproximadamente 15 minutos al día. Es justo el recorrido que tengo del cole a casa andando. Dura poco, pero esa sensación de invisibilidad no termina de gustarme. ¿Y cómo lo consigo? Fácil. Vuelvo a casa junto a una mamá que está como un tren. Yo no sé si ella será consciente de que todo el mundo la mira, especialmente el sexo contrario, que la mira fijamente, sólo a ella, ni se dan cuenta de que lleva una niña de la mano, y mucho menos otra mami la mar de agradable a la vista (o sea yo), que aunque no está buenorra, todavía(y espero que por mucho tiempo) puede alegrar las pestañas a más de un@.
Ella sigue hablando como si tal cosa, creo que si a mi me miraran así continuamente perdería el hilo de cualquier conversación, bueno, yo personalmente pensaría que llevo los mocos colgando si me miraran así, pero ella no, ella ni se inmuta, es como que no se diera cuenta, debe de ser que uno se acostumbra a estar cañón y vive con ello como vive una persona normal con sus orejas o su nariz, sin darle importancia por estar ahí.
Las tías buenas tienen ademas un valor añadido. La naturaleza no sólo les ha dotado de un cuerpo estupendo sino que para completar el pack les han puesto el termostato de un pingüino, y mientras tú vas abrigada hasta las trancas por la ola de frío siberiano que nos invade,
embutida como un chorizo entre jerséis de lana, bufandas y gorros a modo de Michelín en versión esquimal, ellas van con una cazadora extracorta, los riñones al aire y el ombligo marcando el camino. La melena al viento, las manos sin guantes que la manicura hay que enseñarla, y encima tienen un don de equilibrista y pueden caminar a paso ligero sobre unos tacones de 10 centímetros. Sólo por este don a mi me gustaría ser una tía buena, me encantan los tacones, pero sólo por esto, que lo demás me da igual. Pero nada, hay que conformarse.
El otro día venían de frente dos chicos, cuando les vi tenían la mirada fija en el elemento que yo llevaba a mi izquierda ( la tremenda mamá), dicho elemento me hablaba sobre las proteínas, que abusando de ellas se perjudica no sé qué órgano, no me acuerdo, yo miraba a los dos individuos que se iban a chocar conmigo porque no me veían, nos íbamos aproximando, ella me hablaba de carne, pollo y más versiones de las proteínas pero yo estaba atenta a los dos sujetos que se acercaban peligrosamente y que me hacían temer por mis gafas de sol y mi integridad física. Mi voz en of empezó a gritarles : ¡Eh, eh, que estoy aquí, cuidado ,gilipichi, mira donde tienes que mirar membrillo!
Finalmente tuve que apartarme para que no me envistieran, y entonces me di cuenta de que si yo voy con esta mujer por ahí, podré hacer cantidad de cosas malas, por que no me ve ni Rita. He pensado ponerme una sirena en la cabeza cuando voy con ella pero no quiero causar estragos en el trafico rodado, tendré que seguir esquivando personal.

lunes, 16 de enero de 2012

Empieza el día con energía.

Uno de los grandes a los que yo sigo en Twitter, retwitteo un video y me dijo que me iba a gustar tanto que tendría que compartirlo. Razón tenía.
Si cada uno de nosotros hiciéramos cada mañana este ejercicio, igual que lo hace esta niña, con las mismas ganas, el ímpetu, el baile, la chispa, la alegría, la motivación...creo que el transporte público y los atascos estarían llenos de caras sonrientes.

Me pregunto cuantos de nosotros seremos capaces de hacer una lista tan larga de todo lo que nos gusta, y decir al final , igual que ella: "puedo hacer todo bien, mejor que cualquiera".
Positivo y estimulante. Simplemente genial. No hay más que añadir.