Cuando llegué a Madrid, a pesar de ser la última ciudad en la que me habría gustado vivir,
vine más feliz que una perdiz. No venía directamente de Dondesiemprevuelvo, había vivido dos años en otra ciudad que estaba demasiado lejos de la familia y venir a Madrid me daba la posibilidad de ver a los míos cuando quería y no cuando podía. A pesar de eso, la alegría de venir no me quitó el miedo, sólo lo hacía más llevadero. Madrid seguía siendo ¡LA CAPITAL! llena de calles desconocidas, muchas muchas calles, atracadores en cada esquina, personas que me mirarían por la calle al notar que era más paleta que ellos, en fin, cosas...
Los primeros diez días transcurrieron en un hotel al lado de la estación de Chamartín, y esto fue lo primero con lo que flipé, de verdad, ahora me da la risa pero cuando yo vi en esa estación veintinosecuantos andenes, una estación que parecía un centro comercial, llena de tiendas, con juguetería, farmacia, una tienda de armas...¿Que carajo hace una tienda de armas en una estación de tren?, bueno, literalmente aluciné. La estación de tren de Dondesiemprevuelvo tiene dos andenes, uno para los que viven en la acera de la derecha y otro para los de la acera de la izquierda, es broma claro, tenemos más de dos aceras, que me van a declarar persona no grata, pero lo de los andenes es verdad, es difícil coger el tren equivocado. En Chamartín ratifiqué la idea de lo listos que eran los madrileños ¿Como es posible llegar al destino?, primero sacar el billete, que yo estaba acostumbrada a dos ventanillas, y una siempre estaba desayunando, y aquí resulta que hay que sacar turno, como en las carnicerías de postín, porque hay como 10 ventanillas, que si salida inmediata, que si compra por internet, que si sales mañana pero recoges hoy, que si recoge tu tía pero lo encargaste tú, en fin, que sólo sacar el billete parece un mundo.
La primera salida a la ciudad, a la calle, el bis a bis con el asfalto, fue sólo un tanteo, por ver qué pasaba. Resulta que la gente tiene tendencia siempre a contar lo negativo de las cosas y una persona que conocía y que había vivido en Madrid, en vez de contarme sus maravillas me dijo que a ella le habían atracado tres veces, así, para animar.
Pues ahí que iba yo, asomando la cabeza antes de doblar cada esquina por lo que pudiera pasar, y ¿ Qué fue lo primero que vi a las diez de la mañana un lunes nada más salir del hotel?
Una reproducción en vivo y en directo de Diario de un Skin. ¡Y yo sólo los había visto en la TV! que aquí te das cuenta de lo útil que es la TV, que si no lo mismo me da por preguntarles por la parada de metro, pero la caja tonta enseña cosas útiles que te sirven para la vida.
Bueno, cuando ya vi que la gente de a pie era normal, no robaba, ni atracaba, ni me miraban de forma extraña, me aventuré a coger el metro. Cuidadín, ¿Yo sola iba a entrar en ese laberinto diabólico y oscuro para ir a salir en las Barranquillas? ¡Vamos, ni por asomo! así que llamé a una amiga, una que sabía que no se reiría de mi, al menos no en mi cara, una de las buenas, A., y le dije, ¡Porfi, porfi, vamos a hacer una ruta turística por el metro madrileño, anda, que tengo miedo a perderme! Y la pobrecita, que seguro que se echó unas risas luego en casa con su churri, me acompañó pacientemente y me explicó como si de un museo se tratara "aquí a nuestra derecha la linea 5, fijate en los detalles, anden uno y anden dos, busca tu destino, y elige el anden"
¡Anda! ¿pero era así de fácil? Hay que ver estos madrileños lo listos que son y lo que te simplifican la vida. Y conociendo el metro se te abre un nuevo mundo, el subterráneo, que te da un sin fin de posibilidades.
Lo siguiente en la capital es calcular un poquito el tiempo. En Dondesiemprevuelvo quedas a las 12 y si sales a menos cuarto te da tiempo a hacer marcha rápida, volver a casa, ducharte y salir de nuevo para estar a la hora. En Madrid si quedas a las 12 y sales a menos cuarto es mejor que hayas quedado en el portal de tu casa porque sino no llegas ni de coña. Cuando ya había encontrado un pisito apañado y estaba con los líos del alta de gas, luz y esas cositas, quedé con el Sr. del gas en casa. Yo había salido por la mañana a hacer gestiones varias y cuando me di cuenta faltaba media hora para que ese Sr. llegara a mi casa. Imposible llegar a tiempo si no era en taxi. Otra aventura. Lo de levantar la mano y llamar un taxi era otra cosa que sólo había visto en la TV. y además yo creía que el taxi paraba porque lo mandaba el director. Como yo no era Meg Ryan ni Sandra Bullock ni se me pasó por la cabeza levantar el brazo.
En Dondesiemprevuelvo siempre me he preguntado quien montará en taxi. En una ciudad donde la distancia máxima entre dos puntos opuestos se recorre en 20 minutos este servicio queda destinado a emergencias de la tercera edad. Incluso aunque lo uses, no creo que nadie alce la mano para coger uno. Primero lo tendrían que encontrar circulando, asunto difícil, y segundo, la distancia entre donde estés tú y la parada de taxis más cercana puede ser de cinco minutos. Merece la pena caminar. Igual hago un día la prueba pero yo creo que si allí levanto la mano para hacer parar un taxi pensarían que estoy saludando. Al grano que me disperso.
Como yo nunca había tenido la necesidad de montar en taxi y esta era la primera vez y como no me atrevía a levantar la mano cual actriz hollywoodense, me dispuse a a buscar una parada. Aquí las estrellas de la osa menor se alinearon con la luna y Jupiter y en dos minutos tenía delante una. Resultó tener como 20 taxis en fila. Jolines, que indecisión, pues mira ya que me monto, me cojo el coche más molón que haya, y ni corta ni perezosa me monté en un Mercedes que estaba como en mitad de la fila.
Los taxistas estaban fuera, haciendo corrillo para pasar el rato y riéndose de la pardilla que terminaba de montar en el vehículo.
Yo en el asiento trasero tan feliz esperando que monte el conductor cuando se acerca un taxista y me dice: " Srta. que se tiene usted que montar en el primero de la fila".
Menudo corte que pasé. Claro, si es que en Madrid todo tiene su lógica, ¿que necesidad tiene el taxista de estar haciendo maniobras para sacar el coche cuando el primero no tiene obstáculos delante? ¡Pero que listos son, lo que voy a aprender aquí!
En estas aventuras me acompañaba Mimari, que también llevaba lo suyo el pobre, y aunque más espabilado que yo también cometió alguna paletada .
Resulta que un día tenía reunión en un edificio de la plaza de Colón. Para los que no conocéis Madrid, esta plaza es el cruce del Paseo de la Castellana con Goya y Genova. La Castellana tiene tres carriles de ida y otros tres de vuelta, y luego dos vías laterales con dos carriles cada una. En total diez carriles de circulación de coches que hay que atravesar para ir de una acera a la de en frente.
Mimari llega a la plaza por la parte de Goya y tiene que cruzar la Castellana para ir a la calle de en frente, Genova. ¿Pero entonces que pasa?¿Qué se les ha olvidado a estos tan listos de la capital? Nada menos que poner semáforos para los peatones.
Y Mimari, que no es de Bilbao pero lo parece, decide echar una carrerilla y cruzarse de lado a lado una carretera como dos autovías Madrid-Coruña. Si los de Madrid lo hacen, ¿Voy a ser menos yo?
Sí. Sobrevivió y lo contó al llegar a su destino, ¡Joerrrrrrrr, que aquí no ponéis semáforos o qué, que se tiene que jugar uno la vida!
Y los demás, imagino que partiéndose la caja, le dijeron que en Madrid son muy listos, y ponen unos túneles estupendos para peatones que cruzan por debajo de la Castellana de una acera a otra.
Y bueno, seguro que tengo muchas paletadas más pero estas son las que más recuérdo. Y otra cosa que también recuerdo de mis primeros días en la capital es que la gente me pareció muy amable, siempre dispuesta a ayudarte en lo que pudiera, o es que yo daba mucha pena , que también puede ser. De cualquier manera, Madrid es una ciudad acostumbrada a recibir gente, y eso se nota, y ahora que ya llevo años viviendo aquí, ya sé que son tan listos como en todas partes, tan guapos y elegantes como en el resto de las ciudades y que Madrid al final, es un puntito más en el mapa, donde hay de todo, como en botica.
Y sabes lo mejor de Madrid... que tienen muchos Corte Inglés.
ResponderEliminarJajaja , muy bueno Cris..y una vez mas , que recuerdos me trae.
ResponderEliminarSiempre que me encuentro en Chamartín esperando un tren( la última vez en Enero ), después de comer o desayunar, me paseo con mi Troley ,arriba y abajo de la estación y siempre me paro un rato en el escaparate de la tienda de armas que mencionas, yo también me sorprendí la primera vez que la ví ¿¿¿para que diablos una tienda de armas en una estación de Renfe...los billetes de tren se han puesto por las nubes,desde luego, pero no hasta el punto de necesitar encañonar al señor o señora de la ventanilla de billetes y reservas con una Beretta de 9mm.
He cogido muchos taxis en Madrid y casi siempre me he encontrado con taxistas muy majos, nunca ninguno desagradable,empezabamos a hablar y yo le informaba de que era Vasco, de Guipuzcoa y ellos ( nunca coincidí con una mujer taxista ) exclamaba, ahhhh , San Sebastián , que bonita, pues estube con la familia en una ocasión...otros conocian Zarauz etc, etc..
Tengo varias anécdotas con los taxistas Madrileños....por ejemplo , una vez en la que paré un taxi y el taxista era muy joven y de dimensiones de un armario ropero con las puertas abiertas , empezamos a hablar y por supuesto le comenté que era de Guipuzcoa, mas concretamente de Legazpi ,convencido de que nunca habia oido hablar de mi pueblo, se giró con una amplia sonrisa y me informo el a mi , de que llevaba unos meses trabajando de taxista en Madrid, de que era de Eibar ( Guipuzcoa ) y tenia en la llave de contacto del taxi, un enorme llavero de la Real Sociedad.
En otra ocasión mi madre y yo paramos un taxi y el taxista resultó ser un amigo de mi padre, del pueblo Zamorano en el que veraneo siempre ,¡¡¡ que casualidad !!!. Otro dia monté en un taxi, le informé al taxista de la calle a la que quieria ir y el me dijo que si por favor le podia informar yo a el , de donde quedaba dicha calle , ya que llevaba cuatro dias de taxista en una ciudad que no era la suya y no tenia ni p...idea de como llegar a ninguna parte ...¡¡¡que risas echamos!!!.
Jamás una palabra desagradable, claro que ayuda mucho que seas muy sociable como es mi caso, como tu bien sabes.
Por favor , sigue contando anécdotas y vivencias de Madrid ,me traen tan buenos recuerdos...si exceptuamos La Paz, claro está.
Un beso grande Cris.
jajaja odisea tras odisea, se va contando lo que sería una vida normal para millones de madrileños ^^
ResponderEliminarPor un momento, casi me has recordado ese programa, "Perdidos en la tribu", pero cuando eran los de la tribu los que venían a nuestras ciudades xD
besos
Muy bueno lo de la parada de taxis y creo que es más seguro cruzarte tooooooda la castellana corriendo antes de ir por el subterraneo y también es más higiénico pq maaaaaaadre que peste a "orin" por favor!!!!!
ResponderEliminarEn esas ocasiones suele ser peor el miedo que lo que al final es. Y fíjate, que a mí los madrileños sí me parecen muy amables; las veces que he estado han sido encantadores conmigo.
ResponderEliminarhola!!! me ha encantado como cuentas las anécdotas por Madrid, creo que todos los que venimos de fuera nos pensamos que nos van a reconocer enseguida... y luego no es para tanto.
ResponderEliminarLa verdad es que son muy acogedores, yo vine para unos años y creo que me han hecho residencia definitiva :)
HOLA ME HA ENCANTADO TU BLOG Y TUS ANECDOTAS.ME QUEDO DE SEGUIDORA Y TE DEJO MI BLOG POR SI TE APETECE PASAR
ResponderEliminar123acomer.blogspot.com