jueves, 31 de enero de 2013

No todo vale.

Hay personas que se preocuparon mucho de ser ciudadanos de provecho, que estudiaron carreras, hicieron mil cursos, salieron al extranjero para aprender idiomas y un montón de buenas y útiles cosas para el futuro.

Pero en esta vida no todo es eso. Y en esta vida NO TODO VALE.

Una lección que se repetía mucho antes, al menos en mi casa nos la enseñaban una y otra vez y yo intento que ahora mis hijas la tengan también muy presente es esa de "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti".
Ahora vemos en tv constantemente, y lo interiorizamos como que fuera lo más normal del mundo, la puñalada trapera que se dan dos compañeros de trabajo para ascender, el jefe que se lía con la becaria, la mujer que pone los cuernos a su marido con el compañero de trabajo, la otra que está soltera pero se lía con el marido de su amiga y no sabe como pudo pasar eso, la profesora de instituto de 40 tacos que se enrolla con el alumno de 18, el que tiene de sobra para vivir pero aun así roba y engaña para tener más, el que falsifica certificados médicos para meter al niño en éste o aquel colegio...y así hasta el infinito de casos que estamos hartos de escuchar.
Y todo esto no está sólo en la imaginación de redactores y guionistas, o nos lo dan en el telediario de turno, todo esto lo hacen nuestros vecinos, primos, y conocidos, y como pasa y está a la orden del día parece que hay que aceptarlo y asumirlo. Pero en esta vida NO TODO VALE, y lo que no te gustaría que te hicieran a ti no deberías hacerlo tú. Y si aprendiste inglés, ruso, chino, contabilidad,técnicas de marketing y punto de cruz pero no aprendiste eso, entonces no aprendiste nada.
Y para saberlo no hay que se una antigua ni una tradicional (que lo soy), ni hay que estudiar en un colegio de monjas o ir a la universidad, hacer un máster, o salir al extranjero , sólo hay que tener unos principios mínimos morales (MÍNIMOS) y respetar a las personas, a todas, y pensar un poquito antes de actuar y darse cuenta que los actos que realizamos afectan a terceros, que todo lo que hacemos trae consecuencias, que herimos sentimientos y hasta se pueden destrozar familias. Pero no. Hay algunos que esa lección la saltaron, o la aprendieron y se la pasan por el forro, y viven en el todo vale porque las cosas pasan, vivo el aquí y ahora que mañana quizás no esté aquí, la vida es así y no lo he podido evitar.
Pues lo siento pero no es correcto. Sí se pueden evitar, un sí afirmativo como una catedral, las cosas no pasan si uno no quiere, y en esta vida frenética que vivimos, donde no hay tiempo(o no se busca ése tiempo) para los hijos, la pareja, los amigos y las cosas que realmente importan, en ésta, que es la real, NO TODO VALE, y lo que no te gusta que te hagan a ti, no deberías hacerlo tú.
A ver si aprendemos la lección de una vez.

jueves, 3 de enero de 2013

Tanta felicidad...

"Tanta felicidad no debía de ser buena..." me decía una persona muy querida hace sólo unos días. Me pedía también que no dejara de quererla. Y yo me pregunto como se puede hacer eso, dejar de querer a alguien que es todo bondad, así porque sí.
No sé por qué creemos que cuando algo malo se nos viene encima, cuando de repente la vida se tuerce y nos da un giro de 360 grados y se nos pone del revés, tendemos a pensar que no merecíamos tanta felicidad como teníamos, que en algún momento acabaríamos perdiéndola  porque si hay tanta desdicha por el mundo, ¿Cómo puedo tener yo tanta suerte?, ¿Por qué me toca a mi tener salud, dinero, amor y felicidad con lo que le pasa a mi  pobre vecino?
Pues mira, porque sí. Porque la vida no es justa pero es bonita. Y yo debo tener un ángel encima de mí constantemente  que en mis ratos buenos me dice: " Tú estás aquí para algo grande"  y yo le digo que siga hablando, que me diga para qué, pero el muy capullo se calla y no me cuenta más. Supongo que quiere que lo descubra solita. Pero está claro que ALGO muy bueno me tiene que pasar próximamente para compensar este dolorcillo que tengo incrustado en el alma.
Aquí es donde entran los pesimistas a decirnos eso de : "Es que cuando las cosas se tuercen la desgracia se ceba con uno ¡eh!"
¡Ah no! A mi esa no me pilla. Ya he tenido bastante, que yo ni necesitaba un palo para ser más fuerte ni perder cosas para apreciar lo que tenía, ni emociones en mi vida que le hicieran interesante.
Siempre he apreciado y valorado mis circunstancias. Cada día me sentía afortunada por la salud, el amor, mi casa, el desayuno, mis amigos...(no necesariamente  en ese orden claro. Prefiero un buen amigo que una tostada), así que no creo que estuviera  esperándome, agazapado en algún rincón, el golpe que me esperaba este pasado noviembre, ni me ha venido porque fuera excesivamente feliz. Me ha tocado como en las rifas, que nunca crees que te va a tocar hasta que te encuentras comiendo en tu casa  el jamón del sorteo de Serafín el carnicero. ¿Esto es suerte o mala suerte?
No creo en ninguna de las dos, y eso siempre se lo digo a mis hijas cuando se ponen una pulsera que consideran un amuleto, o encuentran un euro en la calle y gritan  entusiasmadas ¡Mira que suerte mamá!
¿Suerte porqué?  Y si ahora viene un policía  y te dice que lo has robado ¿es suerte? Pero si lo inviertes en una quiniela y te haces millonaria la cosa cambia (Cuento sufí)
No sabemos nunca como van a acontecer los hechos. Y lo que a priori puede  parecer malo convertirse en bueno y viceversa. Así que como la vida es caprichosa y yo soy optimista quiero pensar que mi ángel tiene razón, y aunque suene presuntuoso prefiero pensar que algo grande y bueno me está esperando a pensar que he tenido mala suerte y la desgracia viene a cebarse.
Pamplinas.