viernes, 25 de noviembre de 2011

Mañana es nuevo.




¡No me grites!
¡He dicho que no me grites, y como vuelvas a tocarme me marcho. No se te ocurra tocarme un pelo porque voy a la policía y te denuncio!
Esto era lo que cada noche gritaba la mente de Estela a su marido. Todas ellas, mientras le preparaba la cena se decía a sí misma una y mil frases para plantar cara a ese hombre con el que se había casado y que ya no conocía. Sin embargo luego, en el momento en el que oía que el ascensor se detenía en su descansillo, en ese preciso instante sentía como la sangre se acumulaba en sus sienes, sentía calor, y se le paralizaban los sentidos. Ya no era capaz de articular palabra, ni veía nada, sólo sus zapatillas y el parqué ya rayado de su casa. No se atrevía a mirarle por si esa mirada no era la correcta, no decía más que un hola muy bajito, por si la entonación no era la adecuada. Lo había aprendido hacía ya 10 años, al volver de una cena de trabajo a la que ella había tenido que acompañarle. Era la primera cena a la que la llevaba y quería estar guapa, quería que los compañeros de su marido vieran que tenía una mujer guapa, inteligente y con sentido del humor así que se puso el vestido más bonito que tenía, se maquilló y fue dispuesta a hablar con todo el mundo. Estela consiguió su propósito, estuvo encantadora, habló de todo y hasta contó chistes, estaba feliz y su marido también lo estaría, siempre le estaba diciendo que era una sosa, insulsa y sin estilo. Hoy había demostrado que no era así, que sabía estar a la altura.
De camino a casa él no habló, ni si quiera la miraba, y ella estaba deseando un gesto o una palabra diciendo lo maravillosa que era y la suerte que tenía de tenerla a su lado. Al entrar en casa ella fue a decirle lo bien que se lo había pasado pero no le dio tiempo, la bofetada le arrancó un pendiente y el vestido se le mancho de sangre, no sabía de donde venía, le pitaba el oído y estaba mareada, cayó de rodillas al suelo y comenzó a llorar, no sabe las horas que pasó así, muchas, demasiadas. El sin decir nada se fue a la cocina a prepararse un vaso de leche, se puso el pijama y se metió en la cama.
Aquella vez fue la primera, y la que más le dolió, la que siempre recordaba con todo detalle, todas las demás las tenía confusas, no sabía si la patada se la había dado por derramar la leche o por pintarse los labios, si el puñetazo en el ojo fue por hablar con el vecino o por dar limosna en la iglesia sin su permiso, ya no conseguía recordar los motivos, ni conseguía recordar las mentiras que había dicho para excusarle, y para tapar su vergüenza, porque le daba vergüenza, de todo, de que fuera verdad todo lo que él la llamaba, o de que no lo fuera y ella estuviera aguantando aquello, vergüenza de no tener valor, vergüenza de no haberse dado cuenta antes del tipo de persona que era, vergüenza de no haberle dejado la primera vez.
Cuando su marido se sentó en la mesa le puso la cena. Mientras él comía ella le miraba. Le daba asco aquella fachada, tan educado siempre, tan encantador con todo el mundo, servicial , trabajador, un mentiroso, una falsa apariencia perfecta. Al mismo tiempo que las nauseas y las ganas de vomitar la invadían se encendió una luz. De repente vio todo con más claridad,no era suya la vergüenza que sentía, era una vergüenza ajena, por ese marido mediocre, inseguro y frustrado que tenía delante, un hombre que no tenía sentimientos de amor, no sabía expresarlos, que era celoso y controlador, que tan pronto lloraba pidiendo perdón como le daba una patada en el alma. La vergüenza tenía que sentirla él por ser así, por no saber amar, por ser capaz de hacer eso con la persona que había elegido para pasar su vida.
De repente lo vio todo tan claro que fue a por su bolso. Tenía que ir a la farmacia a comprar aspirinas, no cogió ni su abrigo, le dedicó una última mirada de despedida, por todos los años de lagrimas y miedo, por todos los años de amor que no fueron, por todo el sufrimiento que tuvo y las sonrisas perdidas en el camino, por todo lo que soñó que sería y nunca fue.
Salió por la puerta y dejó atrás lo que nunca tenía que haber vivido.
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25 de Noviembre, Día Internacional contra la violencia de Género.

11 comentarios:

  1. Estela fue fuerte, descubrió a tiempo, aún no demasiado tarde qué es lo que no valía nada en su vida y cogió el bolso, cuatro cosas sin más, abrió la puerta y dejó atrás un camino que nunca más volvería a pisar. Caminó hacia el horizonte sin más, paso a paso buscando estelas en el mar...

    Me solidarizo contigo en éste día que ojalá y vayan siendo menos las víctimas a contar.

    Besos,guapa!

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  2. muy bien construida la historia, Cris
    saludos blo

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  3. MUy buen Post Cris, realmente bueno, y por desgracia, de lo mas real, ojalá fuese ficción, pero no lo es.
    El otro dia dieron la noticia en el Telediario de no recuerdo que cadena, que el maltrato comienza cada vez mas pronto, incluso entre parejas que no superan los 18 años de edad, posiblemente, chicos y chicas que de niños vivieron el mismo drama en sus casas.
    El maltrato tanto físico como Sicologicocapaz de anular y destruir por completao a una persona, es de lo mas repudiable.
    Un beso Cris y repito, un Post excelente que ojalá llegue un dia que nunca hubiese motivos para escribir.

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  4. ¡Qué miedo vivir así! ¡Qué pena que sea real!
    A tu protagonista le he puesto caras. Las caras de mujeres a las que adoro y que tardaron años en librarse de esa culpa que no es suya, y a pesar de haberse librado de su enemigo.
    Besos con el corazón encogido.

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  5. Eso deberían hacer todas.
    No aguantar ni un maltrato jamás.

    Besos.

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  6. Como puede haber "personas" capaces de eso y de más,nunca lo entenderé.
    Es mi opinión pero menos dia de... y penas mas duras a maltratadores, pederastas, violadores y demás chusma,
    besos a todos los demas

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  7. Buen post.
    Quiero compartir contigo OTRO POST que también leí este día (aunque ya se escribió hace más de dos años), y que me produjo una muy fuerte impresión, de tan intenso y emotivo.

    besos

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  8. Y ójala nunca más, ni Estela ni ninguna otra mujer, tenga que volver a vivir algo semejante.

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  9. Ufff imposible imagiar lo que debe ser vivir así...muy buena la historia, duele...

    Un saludo.

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  10. Magnifico. Su realidad y crudeza resultan profundamente conmovedoras. Lastima de las innumerables Estelas que siguen atrapadas en sus infiernos sin ser capaces de dar el primer paso para escapar. En ocasiones por desgracia rodeadas de otra gente que prefiere mirar para otro lado.

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  11. El otro día en la biblioteca del barrio leí un texto titulado "Decalogo del amor", está publicado con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género, aún está colgado en el tablón de la entrada; en este enlace se puede leer: http://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/IgualdadDeOportunidades/25%20noviembre%202011/ficheros/GUIA%20LECTURA%2025%20NOV.pdf

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