jueves, 27 de marzo de 2014

Mensaje en una botella para mi suegra.



Fuente: Pinterest




Cada semana nos veíamos a escondidas, sin poder evitarlo, sin justificarnos, sin buscar excusas para no hacerlo. No sé si lo hacía porque él siempre había sido mi perdición o porque me empujaba a ello la rutina de cada día, o tal vez era una forma de amor diferente, pero amor, de eso no tenía dudas.
Hacía más de dos años que habíamos empezado a hacerlo y nos gustaba. El día elegido para quedar me enviaba un mail con el nombre del lugar y la hora. A veces era un hotel, otras un centro comercial, un cine, la casa de algún amigo, el coche en un callejón apartado…Habíamos probado casi de todo. Él se hacía llamar Armand y me hablaba durante toda la tarde en francés. Yo mantenía mi nombre, Sofía, pero a menudo cuando follábamos él me llamaba Sophie, y aquello me llevaba a unos niveles de excitación extrema, tanto, que me convertía en una persona distinta para él, desinhibida, lujuriosa, y a él en el mejor amante que tuve nunca.
La forma de hacerlo era diferente a como lo hacía en casa, con los niños en la habitación de al lado, con los problemas propios de la vida, que con Armand, se evaporaban . Simplemente me trasformaba.
Aquella tarde, en el trastero de la casa de sus padres, después de hacer el amor como locos y mientras nos vestíamos, saqué un lápiz de ojos y  escribí una nota que decía: "Señora, gracias por parir semejante semental. Eternamente agradecida, Sofía". Nos reímos los dos con la broma, y para no tirar el papel al suelo lo metí en una vieja botella  que había en un rincón.

Dos semanas más tarde estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo:
 -Es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo…
Me guiñó el ojo y con una sonrisa traviesa de yo no quiero saber nada, añadió:
 -A ver qué le cuentas ahora a tu suegra.

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Y por si necesitáis ideas con  los lugares  en los que podéis pasar veladas como estas, buscad en turismodevino.com

miércoles, 26 de marzo de 2014

Resucitando el blog.

                               
       Resilencia: capacidad para sobreponerse a las situaciones adversas.  


¡Uf! Me ha recorrido un escalofrío al ver la fecha de la última entrada ¿Más de un año? ¡No puede ser! He pensado ingenua de mí. Pero es, claro que es. El tiempo pasa volando, y eso que solo lo hace así cuando va todo sobre ruedas, pero al final el reloj tiene la misma velocidad en la felicidad absoluta, y en la felicidad relativa, que tampoco vamos a ponernos melodramáticos.

Y tras este largo periodo abro el blog, que ya casi no me conoce porque no me conozco ni yo, y me pregunto quién era la persona que escribía estas cosas y si seguirá aún habitando en mí. Casi como si me hubiera poseído algún espíritu travieso, de los que a días te pueden hacer la vida imposible, y otros, te recuerda que todo tiene su lado bueno y que la vida ofrece la parte amarga para saborear mejor la dulce.

Recuerdo que cuando empecé esta bitácora tenía un subidón de tres pares de narices, una energía que desbordaba y que como tenía que salir por alguna parte aporreaba el teclado y se trasformaba en letras que formaban palabras, y frases que hacían una pequeña historia de algún día de mi vida, de algún momento. Era una sensación guay.

Un amigo me decía hace poco que le había encantado leerme porque destilaba satisfacción con mi vida y conmigo misma. Y cuánto me alegró que lo dijera porque realmente era así. Por eso ahora me cuesta escribir aquí, porque sientes que no das lo mejor de ti, y porque aunque lo intentes, siempre queda un poso triste.

Sé que todavía me quedan un montón de cosas por vivir, que no todas serán buenas y  que cada una de ellas dejará un poso como ese que deja el vino durante su maduración, y que los mejores vinos son esos que no se filtran, y que no se clarifican, que se quedan con todo el sedimento para conservar su verdadera esencia. 

Así que espero convertirme en un gran reserva de aquí a unos años, que me pasen muchas cosas, cuantas más mejor, y si además fueran todas buenas sería la leche.

Hoy vuelvo para contar una historia ficticia para un concurso en el que una de las condiciones era publicar en un blog. Una historia que podría ser real, como casi todas las que se imaginan, y que según me han dicho me pega haber vivido a mí. 

Aprovecho y pongo el enlace por si algún bloguero se anima a escribir, http://www.tupropioestilodevino.com/2014/02/mensaje-en-una-botella-para-mi-suegra/

Creí oportuno después de esta larga ausencia saludar primero, pero me han salido algo más que las cuatro letras de un hola. Espero coger carrerilla y no dejar pasar otro año.

¡Con la de cosas que tengo que contar!

Mañana la historia. Vamos poco a poco no sea que os dé un empacho.