miércoles, 11 de abril de 2012

El sueño de una noche de ve..ventolín.

Llevo desde Octubre sin dormir de un tirón, que se dice pronto pero hay que ver lo que pesa eso. Y muchos os preguntareis como he sobrevivido a semejante tortura. Fácil. LLevo 8 años de duro entrenamiento, concretamente desde el momento en que decidí probar eso de la maternidad ( a ver quien es el listo que me dice que no he leído el "Duérmete niño", que ya me gustaría ver a ese Estivill en mi casa). Así que si alguien está en estado de buena esperanza y quiere entrenarse un poquito puede llevarse a mis hijas una semana. Luego todo le parecerá Jauja .
Este año concretamente le ha tocado a la pequeña. La pobre, por aquello de variar un poco, decidió coger un catarro de vías bajas. Ella es más de altas, oídos y las velas en la nariz. Este año probó la otra variante, tos perruna con estado acusado durante la noche.
Hoy a las dos de la madrugada comenzó la serenata. Me levanté a ponerle el famoso ventolín, que se ha convertido en el nuevo mandamiento de mi casa, " no saldrás nunca de casa sin ventolín, no sea que le de a tu hija un ataque de tos a la puerta del cole y vomite el desayuno". Entonces llega la profesora y te dice que te la lleves a casa que hay peligro de contagio, y a ver qué haces toda la mañana con la criatura. El otro mandamiento es ese que nos enseñaban de pequeños " No saldrás nunca de casa con las bragas sucias, no sea que te atropelle un coche y llegues al hospital con cuatro costillas rotas, fractura de cráneo y palominos en las braguitas, ni hablar". Me disperso.

El caso es que no se le pasó la tos con la droga esa que le enchufamos y me levanté de nuevo a darle agua. Nada. Media hora después me veis en la cocina cortando cebolla, que dicen que calma las vías respiratorias, descalza y llorando a lágrima viva. Con este panorama es imposible después conciliar el sueño, que te metes en la cama con los pies congelados, los ojos como que tienes conjuntivitis y la mente tan activa que se pone por su cuenta a escribir un post. Concretamente este. Que digo yo que tanto genio de la literatura atiborrándose a drogas y alcohol y bastaba con no dormir. La de dinero que habrían ahorrado.

¿Y qué hace una madre en estas circunstancias por la mañana al levantarse? Pues a parte de poner el piloto automático porque no es persona, lleva a su criatura al médico por sexagésima vez este año, que me da hasta vergüenza. Y allí está ella, la doctora, a la que explico otra vez la misma canción, pero ahora le cuento que necesito dormir, casi se lo suplico, que mi hija necesita dormir, que los vecinos necesitan dormir, que se la va a llevar a su casa si no me da un remedio ya. Y entonces me doy cuenta de que he estado haciendo el tonto todos estos años de mi vida. Y veo la luz, ¿Pero cómo no estudie medicina? Creo que habría sacado una matricula de honor del tamaño de una catedral porque sólo tienes que saber dos cosas:
A. Es un virus.
B. Es que no llueve.

Conclusiones de este post, que luego digo que no os enseño nada pero hay que ver que dos lecciones magistrales obtenéis de esta lectura. Para ahorraros tiempo y tinta de rotulador fosforescente, os resumo:
Punto uno : Si estáis a tiempo, usad siempre preservativo. SIEMPRE.
Punto dos : Vosotros también podéis ser médicos. Y desde ya. Yo voy a poner un consultorio telefónico.


Pues nada, a seguir con tos y sin dormir. Y con unas ojeras que ya no arregla ni Dior.

jueves, 5 de abril de 2012

La casa sin barrer.

Si estuviera una tarde de domingo en casa con las camas sin hacer, la cocina sin recoger, tumbada en el sofá con las hojas del periódico rodeándome por todas partes, en pijama, despeinada, y de repente llamaran al timbre, y me llevara la grata sorpresa de que es..., pues qué sé yo, alguien conocido pero de no mucha confianza, un, dos, tres responda otra vez: el profesor de mi hija, la vecina de en frente, un hombre estilo Lobezno(Hugh Jackman) vendiendo enciclopedias...Podría seguir hasta casi el infinito pero sería un rollazo de post. Nos quedamos con esos ejemplos. Bueno, el caso es que me moriría de vergüenza. En realidad pasaría vergüenza hasta con mi madre, que encima me daría una colleja y me llevaría al psicólogo por miedo a que tuviera una depresión o algo así ( y no por estar la casa en semejante estado sino por encontrarme sin arreglar, que ordenada no, pero presumida un rato) .
O esa otra situación idílica en la que tu jefe te pide por favor que le acerques a casa porque se le ha rato el coche, y por supuesto que no te niegas, faltaría más, aunque viva en la otra punta. Pero al llegar al coche ves los restos de una bolsa de gusanitos desparramados por el asiento, el chupachups chupadito y bien pegado en la alfombrilla, la mitad del bocadillo de nocilla del día anterior, porque en un coche donde viajan niños todo son restos, y mitades, y cosas mordidas, y entonces antes de que entre tu jefe le das un manotazo a todo a ver si hay suerte y no lo ve, pero el bocadillo va a parar a sus zapatos impecables. Y sonríes, porque la vergüenza es tal que poco se puede hacer ya.

Bueno, pues con estos modelos tan gráficos creo que se puede entender muy bien lo que he sentido cuando después de un mes entro en mi blog, que se dice pronto, que no entro ni en el mío propio, y me encuentro con que no sólo las visitas han crecido, sino que encima tengo tres maravillosos seguidores más. Así que antes de nada, gracias por entrar a ver un blog que se actualiza con la misma frecuencia con la que nos visita el cometa Halley, gracias a los que os quedáis, que aquí no se invita a café, ni a cenar, ni a nada comestible, sólo a pasar un rato que espero sea lo más ameno posible, gracias a los que comentáis, que sois como la coca cola y le dais a esto la chispa de la vida y gracias a los que estáis esperando que escriba las chorradas que escribo, que yo sé que esos que esperan, es porque me quieren, pero a veces me pregunto ¿No tendrán otra cosa mejor que hacer? ¿De verdad?
Pues a todos deciros que anima mucho eso de ver que al otro lado de la pantalla hay personas que con sus vidas, sus trabajos, sus familias, sus problemas y sus relojes apretados, sacan un cachito en su día para dedicar a personas que no conocen de nada, y dan parte de su más valioso tesoro, el tiempo, a leer cuatro líneas que no son ni de historia, ni de política, ni de cine..., ni de nada, vamos , que no aportan grandes conocimientos, y aún así, por ese misterioso encanto de la raza humana, ahí están.
Me despido ya hasta dentro de 75 años. Bueno, intentaré venir antes, pero no prometo nada.